La edición de enero del 2014 de la revista New Yorker (What's the Point of City Logos?), cuestiona el uso de logos para cambiar la reputación de las ciudades. Revisita el re-branding de Nueva York a fines de los setenta, y el mítico “I ♥ NY” de Milton Glaser, padrino del diseño moderno, quien sostiene que "un logo no transformará una ciudad, al menos que este sea parte de un paquete de iniciativas enfocadas a resolver los principales desafíos de esta". I Love NY vino a sellar la suerte de una nueva propuesta de ciudad, que debió primeramente superar altos índices de inseguridad.
I (Heart) NY concept layout, 1976, MoMA |
Una autoridad en la materia, es el barcelonés Toni Puig, uno de los responsables de reflotar Barcelona en los ochenta. Reacio al uso de anglicismos, opta por la riqueza del español al hablar del "Rediseño de ciudades", que según él expresa mejor la profundidad del cometido. Respecto a la "Marca Ciudad" Toni habla de "pactar una ciudad común entre políticos, empresarios, asociaciones intermedias y ciudadanos". Y ese pacto, ese diálogo, sostiene "debe renovarse de manera constante, porque la gente cambia".
Puig, conocido por su filuda lengua, es implacable en criticar la ineficacia en el tema, y sostiene que el egocentrismo de los que suelen impulsar estos procesos es una de las principales barreras al trabajo bien hecho.
Si los habitantes no están en desacuerdo con la bonita imagen oficial que su ciudad proyecta, sostiene Puig que la marca de la ciudad no pasa a ser mas que una "tomadura de pelo", pues la marca "no es", a la marca "se llega".
0 Comentarios:
Publicar un comentario