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Pasan unos 5 minutos, vuelve, salvando a Rivano de una nueva respuesta desganada. Le preguntaba el entrevistador que qué pensaba de la frase de que "Huevón es el que presta un libro pero mas huevón es el que lo devuelve". Le dice la señora "Ya po, no me haga esto, no sabe todo lo que he buscado ese libro". Rivano ni siquiera responde, sellando su suerte. Le dice sin embargo que tiene tantos otros libros de Edwards Bello. Ella sin oirlo pregunta como queriendo hacerle amistad:
"¿Y usted sabe donde está enterrado?"
"Si, en el Cementério General, cerquita de Allende, no?".
"Yo conozco la casa donde creció pueh" dijo ella.
"La que vivió más tiempo será, en calle Santiago Domingo?"
Y ella, "Y si me presta el libro y yo lo fotocópio?"
Y él, espantado, "No, como se le ocurre".
"Si pueh, me lo pasa, voy acá al frente, le saco copia y se lo traigo altirito".
"Que no no y no!".
Sin darse por vencida le dice, "Entonces saqueme la fotocópia usted y yo le pago". Rivano ni se dió la molestia de responder.
"Cual es su opinión de 'El Inútil' de Jorge Edwards?", siguió ella.
"Buen libro, fiel a la vida de Joaquin Edwards Bello".
"Y usted sabe" dijo ella, "donde llegó el primer Edwards a Chile?"
Y él, "A Valpar....".
"Porque no me lo presta? no me demoro nada en sacarle fotocopia". "Que no, que ni se le ocurriera".
"Y usted, se leyó El Roto?", y el, pero claro, "me deprimió cuatro días".
"Ya préstemelo"
Rivano, algo ya aburrido, "Que no!"
"Pero porqué no?" subiendo la voz aburrida.
"Porque los libros no se fotocópian!" finiquita Rivano el diálogo.
Este es un diálogo real, entre una admiradora y Luis Rivano, narrador del mundo marginal, escritor, dramaturgo autodidacta, ex carabinero, y librero de San Diego. Ocurrió en el patio central de la sede McIver de la Universidad Mayor, donde entre el 23 de enero y el 9 de febrero se celebra por los ultimos 22 años la Feria del Libro Usado. En esta oportunidad 40 stands, 20 mil libros, y un homenaje a Nicanor Parra.