23 de agosto de 2010

Privilegio

A veces la vida lo premia a uno inesperadamente. El pedido era simple y atractivo: una semana en la Isla de Pascua dictando un módulo de Marketing a un grupo de 40 empresarios turísticos y funcionarios públicos. Lo económico estaba lejos de ser un incentivo. Tampoco la fecha se pudo negociar, lo que hizo de agosto un mes más intenso de lo que uno quisiera. Inclusive la idea de no tomarlo rondó mi cabeza. Pero partí a la isla. Un "conti" con la misión de darle sentido a 4 horas diarias de marketing a un pueblo castigado por años de improviso desde un Estado visto como ajeno. 

Luego de esos 5 días siento que el alumno del módulo fui yo. De la desconfianza inicial se abrieron espacios a entretenidas discusiones prolongadas hasta el cofee break. Describir el efecto que cada alumno me produjo sería largo. Solo nombraré la Sabiduría como un aspecto común en todos, jóvenes y viejos. Escuché de ellos cosas que me dejaron entre perplejo y fascinado. Una de ellas surgió al discutir formas de agregar valor a la visita de los turistas que hoy buscan mayor interacción con lo local, Les preguntaba porqué no dejar que los turistas paguen por presenciar los ensayos de los grupos de baile. Ante esto una bella Rapa Nui sentada en primera fila dice con toda la sabiduría que solo un pueblo en constante amenaza puede tener, que ella no puede concebir la prestación de un servicio que por muy atractivo haga del baile un acto no espontáneo. ¿Que decir ante la belleza que se asoma tras ese comentario? Nada, solo sentirme privilegiado de recibirlo.

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