Recuerdo en más de una oportunidad haber escuchado de operadores turísticos extranjeros (que cualquiera quisiera de cliente), quejarse de la lentitud de respuesta de potenciales proveedores en Chile. En lo personal por estos días tengo varios correos enviados, y reenviados, y de los cuales no he tenido ni un escueto "acuse de recibo". Estimo que acá se tiene la mala costumbre mayoritaria de responder tarde, si es que se responde.
Nos falta el e-mail etiquette. Esto no es más que buenas prácticas a seguir en el uso del e-mail. Por ejemplo evitar escribir en MAYÚSCULA, cuidar la longitud, la gramática, racionalizar el uso del "responder a todos", de las cadenas, de los mensajes "urgentes", a utilizar el campo "copia oculta" para correos masivos, etc., prácticas que se aprecian en el mundo del spam y del uso indiscriminado del e-mail.
De todas estimo que la regla más importante es la de los tiempos máximos de respuesta. Algunas empresas establecen como regla que los correos sean respondidos con un máximo de 8 horas, y que un 50% de ellos sean respondidos dentro de 4 horas como máximo. Otras fijan este plazo en una hora.
Me resulta insólito que una persona a la cual le has mandado un e-mail, decida simplemente no responder o estime innecesario explicarte la demora o no respuesta. Caer en explicaciones del estilo "he estado forrado en pega", que se entienden como mentira, es de una egolatría colosal, pues se asume que se tiene más trabajo que el resto. Nada resulta más adecuado que el simple reconocimiento de la demora (o no respuesta) y comprometerse a ello cuando no responder inmediatamente. Las excusas del estilo "el servidor falló", "mi computador se quemó", "se me borraron todos los correos" o peor insistir que el correo nunca llegó (aunque gmail diga lo contrario) es de frente creer que el resto es tan idiota como para creer que en el mundo de Google, Blackberry, Iphone, y el Cloud Computing, los correos caen en un limbo, flotando en una especie de purgatorio electrónico, huachos perdidos en la fibra óptica sin que nadie los reclame.
Ilustración: Supercotidiano
Ilustración: Supercotidiano
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